Estamos acostumbrados a ver la
evolución en la moda a través de la ropa o de otros hábitos de vida, pero no siempre
la ligamos al consumo de otros bienes más complejos.
Un caso curioso, es el de los
automóviles y de cómo en unos años han variado los modelos preferidos de la
gente.
Hace 15 años, se pusieron de moda los monovolúmenes.
Vehículos de muy grandes dimensiones, con tamaños de furgoneta y 7 plazas. Toda familia al tener su segundo hijo, se sentía en la necesidad de comprar uno porque no le llegaba el sitio. Como eran grandes y caros, los fabricantes empezaron a reducir tamaño para hacerlos populares, pero no variar la forma abultada. Así empezaron a salir modelos cada vez más pequeños hasta haber “monovolúmenes” de poco más de 3 metros.
Por ejemplo Renault que partía con el Space, sacó el Scenic y acabó en el diminuto Modus. Eso si, como un detector de tontos, los propietarios para demostrar que tenían un monovolumen, se referían a su coche en femenino.
Vehículos de muy grandes dimensiones, con tamaños de furgoneta y 7 plazas. Toda familia al tener su segundo hijo, se sentía en la necesidad de comprar uno porque no le llegaba el sitio. Como eran grandes y caros, los fabricantes empezaron a reducir tamaño para hacerlos populares, pero no variar la forma abultada. Así empezaron a salir modelos cada vez más pequeños hasta haber “monovolúmenes” de poco más de 3 metros.
Por ejemplo Renault que partía con el Space, sacó el Scenic y acabó en el diminuto Modus. Eso si, como un detector de tontos, los propietarios para demostrar que tenían un monovolumen, se referían a su coche en femenino.
Por otra parte, se inició otra
moda:
La de los todoterrenos para uso diario. Vehículos que permiten ver muy
bien porque son altos y que dan una falsa sensación de seguridad ya que en las
pequeñas colisiones, sus grandes parachoques salían mejor parados. Pero la verdad era que los
todoterrenos eran feos, gastones, lentos y en realidad muy inseguros porque
estaban hechos para otro tipo de usos que no son la ciudad ni la autopista.
Por eso, rápidamente, los fabricantes los
fueron dotando de ruedas de carretera, tracción a un solo eje, bajando de
altura y haciendo más sofisticados hasta que no fueron capaces ni de subir un
bordillo sin atascarse.
Entonces se les llamó "SUV" o
vehículo recreacional , para señalar que lo compras por gusto, no porque no sepas que es
más caro que una berlina, más lento, menos eficiente, inestable, inútil en
campo y difícil de aparcar. Los
fabricantes volvieron a sacar modelos hacia abajo para captar el mayor número
de clientes: Audi por ejemplo partía del Q7 y desarrolló el Q5 y en la
actualidad el Q3.
La evolución hacia abajo, llegó a coches que
en realidad son utilitarios o como mucho compactos, pero que vienen adornados
con ruedas de más diámetro, unas defensas de plástico pero que imitan la de los
todoterrenos de grandes rutas y pegatinas chillonas. También incluyen en las versiones más "cool", bacas y enganches para dar a entender que el dueño hace deportes de acción y tiene que transportar el equipo.
Ahora a esos coches, hoy de moda, se les llamó Crossovers. Pequeños todoterrenos, que no son todoterrenos pero que lo parecen y por tanto transmiten la imagen de usuario "deportista y aventurero". Coches muy necesarios porque "la ciudad también es una jungla".
El segmento Crossover es la actual tabla
de salvación de los fabricantes. Es fácil de diseñar porque parten de otros
modelos de la marca, tienen elevados márgenes comerciales, se venden mucho y
como se compran por la estética, los clientes no miden tanto su calidad como
los vehículos de cualquier otro segmento.